May. 12, 2018

Dos años, 600 mil visitas... y mucho agradecimiento.

Al sobrepasarse el segundo aniversario de FACTORES+, el interés y la acogida del público es motivo de eterna gratitud. La conversación sigue abierta...

Apr. 29, 2018

Radiografía del Gabinete

Cuando el técnico de la Selección Nacional—llámese Bora, Guima, Pinto o el Machillo Ramírez—anuncia la lista de jugadores convocados, invariablemente hay una parte de la afición que la aprueba y otra que se muestra inconforme; pero, eso sí, ya existen elementos suficientes para que los analistas puedan conjeturar la idea de juego que se pretende implantar.

No ha sido diferente la tónica en cuanto al flamante Presidente Electo, Carlos Alvarado, un personaje a quien en enero casi nadie daba la menor posibilidad de sobrevivir siquiera a la primera ronda, pero que acabó por salir vencedor en la campaña de peor calidad que se recuerde en muchas décadas—y sobre la que FACTORES+ resolvió abstenerse de publicar comentarios adicionales para no exponerse al bullying organizado de ciertas “maras” cibernéticas—.

A semejanza de las listas del Machillo, la “convocatoria” anunciada por Alvarado en dos tractos (uno el pasado viernes y el otro la tarde de este) dejó una estela de pocas certezas y numerosas dudas. Sin embargo, es la señal más clara para deducir anticipadamente cuál es la “idea de juego” con la que pretende entrar el joven mandatario, pues para eso basta con observar el perfil de los nominados y su afinidad ideológica o programática con lo que se sabe hasta ahora del Presidente y su partido.

 Sobre ella, pueden sacarse cinco conclusiones preliminares:

 

I. La economía no es prioridad para el PAC

Siguiendo con la metáfora futbolística, la economía luce como la línea más débil del partido de Gobierno. De sus principales referentes en la materia, ni uno solo fue nombrado en un puesto atinente. Por ejemplo, a la Vicepresidenta Epsy Campbell—presunta líder del equipo económico oficialista hasta su desventurada cita televisada con Gerardo Corrales—se le otorgó como recargo… la Cancillería. Al exdiputado Henry Mora, ni siquiera lo nombran (desde la primaria del PAC es bien sabido el mutuo desprecio entre este y el hoy Presidente Electo). Y a Ottón Solís, lo colocan como el adorno más costoso del Gabinete: desde el BCIE no tendrá la mínima influencia, pero sí el mejor salario que jamás haya recibido. “Echámela en el sombrero”…

La responsabilidad por el rumbo económico del país la trasladaron a otras manos: las de Rodolfo Piza y su séquito. Obsérvese, por ejemplo, la presencia de Edna Camacho y André Garnier como piezas claves. Según comentamos en pasadas publicaciones, Piza ha sido históricamente asociado con el ala más neoliberal del PUSC, y se le considera cercano a las posiciones del extinto Movimiento Libertario. Es decir, el PAC entregó el control del sector económico a sus supuestos némesis ideológicos. Y curiosamente, lo pudo hacer con el beneplácito implícito de su “concubino escandaloso”, el Frente Amplio. Pregunta indiscreta: ¿será que para estas agrupaciones la economía no es una prioridad? ¿Será que tienen otras agendas más importantes por las cuales permanecer juntos? Habrá que observarlos…

Es posible, además, que en sus filas ya se considere irremediable una debacle en el mediano plazo, dado que el Presidente Alvarado recibe de su antecesor las peores finanzas públicas de los últimos tres decenios, amén de la incapacidad suya para lograr un acuerdo en cuanto al saneamiento fiscal, y el vulgar cinismo con el que se aprovecharon los “tiempos de bonanza” para hacer óleos de dinero entre amigotes (“Cementazo incluido”) casi hasta el último día de la Administración saliente. Tampoco se vislumbra la menor intención de recortar gastos en el sector público—algo que difícilmente permitiría el Segundo Vicepresidente electo, el sindicalista Marvin Rodríguez, quien se vislumbra como un poder “en las sombras”—. No sería de extrañar que en los cálculos del PAC figure la idea de responsabilizar al PUSC cuando finalmente se agudice el caos que, de continuarse por esta senda, luce inevitable.

II. Tampoco lo es la cohesión política

El nombramiento de Rodolfo Piza como Ministro de la Presidencia también llama la atención por otro motivo. Históricamente se considera a este Ministro como el enlace por excelencia entre el Presidente, el Consejo de Gobierno y la Asamblea Legislativa; y por ende, suele nombrarse para este cargo a la persona más cercana al Mandatario, más afín a su proyecto político y con mayor capacidad para el diálogo y la negociación. Por muy buen perfil profesional que tenga don Rodolfo, no pareciera reunir ninguna de las tres condiciones en cuanto a don Carlos o al PAC.

Naturalmente, esto conlleva una volatilidad sin precedentes en el centro neurálgico del Gabinete. Ante las evidentes diferencias de pensamiento e intereses entre el sector representado por el señor Piza y el que aparenta tener el Presidente, el potencial de desacuerdos entre ambos se amplifica enormemente; y si añadimos a la ecuación el peculiar temperamento demostrado por Piza frente a la presión, su paso por el Gobierno PAC podría resultar más breve de lo pensado, y terminar abruptamente con una repartición de Listerine o el grito de “¡no mienta!” En semejante circunstancia, cabría esperar que a Piza lo sigan de inmediato sus acólitos del sector económico, con lo que la crisis institucional podría profundizarse aún más.

Lo mismo cabe decir de la propuesta en materia de Seguridad. Ya el Ministro entrante ha anunciado el relevo en casi todos los puestos claves… lo que implícitamente le da la razón al clamor de la oposición en cuanto a la futilidad de las blandas políticas criminales aplicadas en el Gobierno saliente frente al asalto del crimen organizado, que nos dejaron con una cifra de homicidios sin precedentes desde la Guerra Civil de 1948.

En resumen, a la vista de semejante camerino, pareciera que el “juego de conjunto” tampoco fue una prioridad, o una consideración siquiera, a la hora de armar el cuadro. Por el contrario, se le otorgó la banda de capitán al jugador que más probablemente se ganaría una tempranera tarjeta roja.

Otra pregunta indiscreta: ¿será que el papel de Piza, como el de Ottón Solís, está destinado a ser decorativo, y que el plan de Alvarado sea conducir sus relaciones políticas por otros canales?

III. Ni mucho menos la ejecución de obras

Bastó con que se anunciara la continuidad de la actual jerarca del INCOFER, para abandonar la esperanza de soluciones eficaces al desempeño de nuestro frágil sistema ferroviario. Al contrario, pareciera que el servicio continuará disminuyendo calladamente, como ha sido la tónica de los últimos meses.

En cuanto al MOPT, el octogenario Rodolfo Méndez Mata traería un elevado prestigio personal y una experiencia sin parangón; pero dado que su primer paso por la cartera fue hace unos 40 años, y la última hace poco menos de 20, le será necesario un esfuerzo adicional para ajustarse a circunstancias muy distintas. Durante su más reciente periodo no se había adjudicado ninguna carretera en concesión, no se discutía siquiera el fideicomiso de obra pública y a nadie se le hubiera ocurrido en serio que el ICE se dedicara a otra cosa que a producir electricidad y administrar telecomunicaciones.

Pareciera que en el PAC tampoco se tiene muy claro el rumbo sobre el cual orientar la recuperación vial del país, y por ello decidió descargar la responsabilidad sobre los hombros de un político venerable, cuya capacidad para el cargo nunca ha sido discutida. No obstante, al igual que sucede con su tocayo y copartidario Piza, es probable que su permanencia en el cargo no sea lo bastante prolongada como para generar el impacto positivo necesario. Y no es para menos: la infraestructura es un sector tan vital para la economía nacional como para la percepción de calidad de vida. En consecuencia, no cabe sino desearle a don Rodolfo muchos—y rápidos—éxitos.

IV. Ni los principios sobre los que se fundó el propio partido

Uno de los rasgos más notables en el Gabinete anunciado hasta ahora por el Presidente Electo—el cual, dicho sea de paso, no da muestras de que vaya a estar completo para el 8 de mayo—es la ausencia de figuras representativas de la generación de fundadores del PAC o del pensamiento político que le dio origen. Exceptuando el caso ya explicado de Ottón Solís, prácticamente hay sólo un par de nominaciones que se ajusten a este perfil: la del agricultor y empresario Rojis Bermúdez para el CNP, y la de Renato Alvarado en el Ministerio de Agricultura y Ganadería—aunque este último no fuese miembro del PAC en la campaña del 2001-2002. Otros nombramientos parecieran obedecer a un afán de aprovechar los “tiempos de bonanza política” para subirles el perfil a personajes más afines a la mentalidad denominada “progresista”: casos como el de Marcela Guerrero en el IFAM, o el de Juan Carlos Mendoza como Ministro de Comunicación—en lo que más pareciera un intento de recuperarle exposición mediática para posibilitarle una segunda campaña presidencial, que un tema de idoneidad para el cargo, dado que la credibilidad nunca ha sido su fortaleza—.

La explicación de este caos es sencilla: la “falla geológica” que partía al PAC desde hace varios periodos provocó finalmente el esperado terremoto. Derrotada la precandidatura de Welmer Ramos en la convención interna de 2017, y capturado por consiguiente el partido por la corriente más neoizquierdista, el sector fundador—que, como analizamos a menudo en publicaciones pasadas, era significativamente más conservador en lo social y mucho más riguroso en cuestiones de principios—quedó completamente marginado. Al cabo, un abultado número de sus miembros terminó por sumarse públicamente a las filas de Fabricio Alvarado y Restauración Nacional, forzando al propio Ottón Solís a aceptar que el PAC había cambiado más allá de lo tolerable para muchos de ellos, y provocando desde luego la ira y el rencor eternos de los sectores “progresistas” (es bien sabido que a estos últimos nada los disgusta tanto como que alguien tenga la osadía de contradecirlos).

Así las cosas, y volviendo a la metáfora del fútbol, el equipo del “oficialismo” pareciera haber cambiado de dirigencia, visión, estilo y valores, al punto de no conservar de su pasado más que el uniforme y la divisa.

V. Lo que sí es de máxima prioridad

Ya nos han quedado claros los aspectos a los que el Presidente, a través de los nombramientos anunciados, nos ha dado a entender que tienen poca relevancia para su proyecto político personal. Pero nos hace falta un elemento crucial: lo que sí es de capital importancia para él, es decir, el objetivo central.

De nuevo, la clave está en el perfil de los anunciados. Dondequiera que estén las personalidades más radicales de un gabinete, ahí estarán los puntos de su agenda en los que menos dispuestos estarán a ceder, es decir, los que representan el corazón de su plan. Y aquí es donde la cosa se pone interesante. 

Pensemos en Epsy Campbell para la Cancillería. Si revisamos la trayectoria de la flamante Ministra de Relaciones Exteriores y Culto, no encontraremos en ella nada que nos indique un interés suyo en esta área, exceptuando la afición a viajar con frecuencia. No le conocemos ninguna experiencia diplomática, ni tampoco nexo alguno con entidades de tipo religioso. Lo que sí es muy conocido, en cambio, es el hecho de ser una de las primeras en promover, en las filas del PAC, la agenda gay-abortista-laicista que se ha dado en motejar colectivamente como “políticas identitarias” o, en nuestro medio, como “ideología de género”. Dado que el disparo inicial de las “guerras culturales” en Costa Rica fue propinado por el Gobierno saliente a través de una instancia internacional—esfera que por supuesto recae en las funciones de la Cancillería—, el nombramiento de Campbell como titular de esta cartera cobra de repente un sentido mucho más poderoso que el de una simple cuota de visibilidad política.

 

Caso similar el del Ministro de Educación, Edgar Mora. Su alabada formación académica no incluye absolutamente nada relacionado con la enseñanza o la administración educativa—lo que no es poca cosa si se considera que los 178 mil funcionarios del MEP constituyen la mayor planilla de todo el Estado, y aglomeran a los sindicatos más numerosos del país—. Tampoco su experiencia en la función pública (en esencia, como Alcalde de Curridabat por un partido comunal) nos haría suponer la idoneidad para el cargo. ¿A qué se debe, entonces, el nombramiento? ¿Será, como podrían suponer algunos, la persona clave para completar la obra iniciada desde los tiempos de Leonardo Garnier, y convertir la “ideología de género” en la ideología oficial del sistema educativo público? ¿Le estarán apostando, incluso, a una futura candidatura presidencial bajo la desdibujada bandera del PAC? Dado el contexto en que se desarrollaron las pasadas elecciones, es difícil imaginar otra explicación.

 

Menos aún si se agrega el “detalle” de que su primer actuación fue solicitar que los dos Exministros que pasaran a ocupar escaños en el CONESUP fuesen “casualmente” el propio Garnier y la saliente Sonia Marta Mora… los dos promotores más obsesivos de las infames “guías sexuales” que tantas denuncias y malestares han originado, y quienes han hecho todo tipo de mofa sobre las inquietudes de padres de familia, educadores y líderes comunales, sociales y religiosos. En este caso, la “idea de juego” de Carlos Alvarado está completamente clara: con tal de mantener y profundizar esta ideología, poco importa cómo ande la economía, la infraestructura, la lucha contra la pobreza, el déficit fiscal…

 

Y ni hablar de Patricia Mora en el INAMU. Nadie puede llamarse a engaño y pensar que la exdiputada del Frente Amplio vaya al INAMU a otra cosa que a promover con toda saña e intransigencia la legalización del aborto (perdón, “la interrupción del embarazo” para que no se ofenda la señora). Y nadie, tampoco, puede ser tan iluso de suponer que Carlos Alvarado tenía alguna otra intención al nombrarla en ese cargo. La agenda de Patricia Mora es inequívocamente la agenda de Carlos Alvarado. La igualdad salarial, el seguimiento a las denuncias de violencia o la prevención de los femicidios no van a ser prioridad; lo que interesa es meter el aborto, opóngase quien se oponga.

 

Conclusión

 

A pesar de la obvia urgencia que exige el interés general, es casi inevitable pronosticar que el próximo equipo de Gobierno saltará a la cancha sin estar completo. Pero también es posible afirmar, a base de la simple observación, que el corazón de su agenda no estará en combatir el déficit fiscal, salvaguardar la estabilidad económica, combatir la pobreza, sofocar la crisis de seguridad ciudadana, o resolver el rezago en infraestructura, sino en promover a ultranza las “políticas identitarias” para satisfacción de sí mismo y de una minúscula élite de autoproclamados “intelectuales”.

 

En otras oportunidades hemos comentado que este tipo de políticas tiende a romper el principio de igualdad ante la ley y, por consiguiente, a debilitar la estructura misma de la República como sistema de gobierno; de manera que podemos interpretar fácilmente que la agenda de la Administración Alvarado se orientaría precisamente a desgastar poco a poco la credibilidad y la solidez de nuestras instituciones republicanas—continuando, ahí sí, con la perniciosa tarea iniciada por Luis Guillermo Solís—.

 

Ante este panorama, es difícil ser optimista. Sin embargo, el patriotismo debe conducirnos inexorablemente a desear lo mejor… aunque bien podría suceder que lo mejor para la supervivencia de la República y de nuestra identidad costarricense sea que esta nueva Administración fracase rotundamente en ese tipo de objetivos, y se dedique mejor a restablecer el imperio de la ley y a salvaguardar el interés general.

 

Jan. 19, 2018

Sucede lo impensable: Un cuadrangular político empata el juego

En diciembre publicamos un comentario comparando esta campaña política con un tenso juego de beisbol. Manteniendo esa comparación, y al aparecer en toda su plenitud los efectos de los acontecimientos políticos de las últimas dos semanas, puede decirse ahora que, con un solo swing, un jugador acaba de cambiar la historia del partido.

Hace varios meses, en los tiempos "pre-Cementazo", todo daba a entender que la disputa presidencial se centraría entre Antonio Álvarez Desanti (PLN), Rodolfo Piza (PUSC) y el oficialista Carlos Alvarado (PAC), con alguna presencia de Juan Diego Castro (PIN). Este guión, empero, no pasó de ser un borrador; y la película que nos ha tocado ver en cambio, tiene boquiabiertos a muchos, y amenaza con hacer perder su trabajo a no pocos analistas políticos.

En aquel entonces, sin embargo, lanzamos aquí en FACTORES+ una apreciación que algunos recibieron con frialdad y cierto desdén. Ante la hipótesis de que "el periodista y cantautor Fabricio Alvarado (...) logre acaparar a la totalidad de los electores del país que se declaran evangélicos, o que siendo católicos simpaticen con sus posiciones conservadoras", concluíamos que "extrapolando el dato del censo de 2011, obtendría alrededor de 600.000 votos, lo que le aseguraría como mínimo un campo en una eventual segunda ronda electoral". Sonaba disparatado en julio de 2017... pero en enero de 2018 está sucediendo ante nuestros ojos.

Aunque las encuestas políticas sigan siendo recibidas con una merecida incredulidad, no puede menospreciarse el hecho de que, aunque pifien el resultado final, todavía logran medir tendencias. En efecto, tanto los sondeos de CID-Gallup como los de OPOL, y aún los del CIEP, han ido registrando esas tendencias a través de los meses. En pleno "Cementazo", la desaparición de Otto Guevara, el declive inexorable de Álvarez Desanti, el desplome del oficialismo y el rápido ascenso de Juan Diego Castro; posteriormente, el prematuro agotamiento de su impulso. El mutuo anulamiento entre Rodolfo Piza y el Dr. Hernández; y allá, un poco escondido al inicio, el paulatino ascenso de Fabricio Alvarado, primero rebasando al PAC, y luego (ya en enero) acelerando bruscamente su ritmo de crecimiento.

Los datos de CID-Gallup y OPOL en la última semana son particularmente reveladores: Fabricio Alvarado duplicó su apoyo en una semana. Entre una medición de OPOL y la siguiente, el candidato de Restauración Nacional pasó de 8,3% a 18,4% de apoyo: 10 puntos en 7 días (las posibles causas de ese ascenso son tema para otro comentario).   A este ritmo de progresión, y considerando que estamos a 17 días de las elecciones, bien podría llegar a 40% antes del 4 de febrero.

Naturalmente, eso no lo ignoran sus competidores, especialmente el PUSC, a cuyo candidato acaba de desplazar del tercer puesto (ni ellos mismos creyeron lo publicado por Demoscopía). Tampoco lo ignora el PAC, que ve con horror que el electorado con el que debía contar para su acostumbrada "remontada" se pasa masivamente a las filas de su némesis y lo deja prácticamente fuera de opción. Y menos aún los medios de prensa, tan criticados por "preseleccionar" a los aspirantes elegibles (y para quienes ha resultado un mal negocio el ascenso de un candidato que no ha gastado un colón en pauta televisiva). Nos esperan, pues, unas entradas vibrantes ante esta nueva revelación (máxime que, con el partido empatado y salvo lo antes expuesto, los extra innings lucen probables).

Más sobre esto en próximos días...

Jan. 9, 2018

Primer debate: ¿quiénes lo aprovecharon mejor?

Un debate político (si es que tal nombre merece el torneo relámpago transmitido por Canal 13 el domingo y el lunes anteriores) no puede analizarse como una pelea de boxeo, donde un determinado pugilista puede adjudicarse rounds y puntuar en las tarjetas sin intervención de factores externos. ¿Por qué motivo? Porque los debates, claro está, ocurren en el contexto de una campaña política. Y las campañas no son peleas de boxeo con orden y reglas, sino más bien comparables a la premisa de la novela / película Los Juegos del Hambre: todos contra todos, y gana el último que quede vivo.

Bajo esta óptica, hay una gran variedad de situaciones, objetivos, estrategias y alianzas fugaces, cuyo éxito o fracaso determina quién obtiene el mejor provecho político (es decir, quién maximiza sus posibilidades de quedar vivo al final). Lo que interesa, pues, no es quién "ganó" o "perdió" este round (algo en lo que puede haber grandes diferencias de criterio, a menudo interesadas), sino quién utilizó mejor el momento para lograr su objetivo.

Con esta premisa en mente, examinaremos el desempeño de los 13 aspirantes a la Presidencia:

1) Sergio Mena (PNG): Su objetivo es "estar ahí", darse a conocer como líder de una fuerza política, y posicionarse en busca de un escaño en la Asamblea Legislativa donde levantar tribuna a futuro. Lo logró con creces. En su participación lució agitado e inquieto, pero consiguió ponerse (como hace 4 años) en boca de muchos. Veremos si esta vez le alcanza para la ansiada curul.

2) Fabricio Alvarado (PRN): Logró desmarcarse del encasillamiento sectorial y desarrollar temas sustanciales. Busca convertirse en un catalizador del electorado "de valores" que dejó de sentirse representado por el PAC debido al giro de éste hacia las políticas identitarias; y parece estarlo logrando, al aparecer por delante del oficialismo en varias encuestas. Su presentación en el debate fue sobria, equilibrada y con buen manejo de la imagen personal, y logró generar menciones positivas incluso entre sus oponentes. Abrió la posibilidad de crecer aún más y generar caudal propio, en especial por flaquear otros competidores que buscan el mismo perfil de votante.

3) Carlos Alvarado (PAC): Su objetivo es posiblemente el más difícil de conseguir, pues espera revertir la fuga de electores, reivindicar al Gobierno actual y recuperar el apoyo masivo del mismo electorado al que ahuyentaron los escándalos de corrupción, las políticas identitarias y la actitud arrogante y totalitaria de algunos elementos del mismo PAC. No obstante, dio un paso importante al demostrar conocimiento y datos precisos en varios temas. El problema que enfrenta es que su apelación es completamente racional, excesivamente blanda y poco capaz de generar entusiasmo o emoción alguna (como lo lograba Ottón Solís) que revierta los enormes obstáculos que enfrenta.

4) Antonio Álvarez (PLN): Al igual que Carlos Alvarado, su apelación al electorado intenta enfocarse en lo racional, pues arrastra problemas crónicos de empatía desde hace décadas. Su objetivo más urgente era debilitar a Juan Diego Castro y presentarse al mismo tiempo como un candidato creíble. Y aunque en la presentación de Canal 13 no logró salirse de su imagen rígida y acartonada, terminó por aprovechar la coyuntura que se le dio: provocó a Castro y este respondió con su esperada agresividad, pero Álvarez supo contraatacarlo y salió favorecido del intercambio. Perdió credibilidad, empero, al declararse como un candidato "pro vida" y contrario a la "ideología de género", cuando son bien sabidas sus posiciones del pasado reciente. Aún está por verse si esa mezcla de aciertos y errores le permite asegurar plaza en una eventual segunda ronda.

5) Stephanie Campos (PRC): En comparación con otros candidatos, los objetivos de Campos son bastante limitados: elevar su perfil ante el electorado y posicionarse para la ardua pelea por una curul en Heredia. Sin embargo, y a similitud de Sergio Mena, le dio a su blanco. Lució suelta y aplomada en las respuestas, sin entrar en el detalle técnico de un Carlos Alvarado ni ser tan directa como Fabricio del mismo apellido; y por añadidura, agregó un movimiento sagaz al poner en evidencia las contradicciones del Dr. Hernández en temas sensibles, espina especialmente dolorosa para un aspirante que se ha querido vender como un candidato "de la familia".

6) Jhon Vega (PT): La ventaja de tener objetivos mínimos es que se alcanzan sin dificultad. Al ser un candidato meramente "testimonial", su plan de juego era el más sencillo de todos: ser un francotirador, y repartir a diestra y siniestra. Y en eso tuvo éxito: todos los presentes y algunos ausentes se llevaron algún golpe de su parte. Su pensamiento político está fosilizado en 1917, pero al menos tiene la virtud de la coherencia interna.

7) Edgardo Araya (FA): En el gran panorama de la campaña, es evidente que el FA no tiene ni de lejos el oxígeno y la energía de 2014, de modo que la misión del candidato es tratar de sostener algo de lo obtenido entonces, y posicionarse como la alternativa "pensante" al fracaso político del PAC en gobierno. Si los debates eran una vitrina para lograrlo, tuvo sólo un éxito a medias. Lo afecta su poco manejo de la escena, su excesivo enfoque en atacar conjuntamente a Castro y Álvarez, su tibieza en la crítica al Gobierno, y sobre todo el aire de "resentimiento social" con el que es fácil desechar su discurso. A estas alturas, redefinir sus metas para retener alguna diputación es imperativo para su partido.

8) Rodolfo Piza (PUSC): Aunque en la superficie sus intervenciones fueron las más dominantes del segundo segmento, está claro que el enfrentamiento no ayudó a Piza en el panorama general. Necesitaba proyectarse como estadista, pero le faltó la profundidad temática que intentó tener Carlos Alvarado. Necesitaba calidez para conectar con el electorado, en especial el más joven; pero a pesar de su estilo vehemente no tuvo la audacia de Sergio Mena ni la franqueza de Fabricio Alvarado. Y sobre todo, necesitaba desmarcarse de un rival directo, el Dr. Hernández, para posicionarse como la alternativa "sensata" al "circo" de Juan Diego Castro y Álvarez Desanti; pero no consiguió dejar sentada tan claramente esa diferencia, y como resultado ambos se siguen anulando mutuamente. A pesar de que retóricamente fue superior, le faltó sabor y sustancia. Se fue en condimento...

9) Mario Redondo (ADC): El más realista de sus planes consiste llanamente en aumentar su representación legislativa. Nada irrealizable. Sin embargo, no aprovechó el debate para llevar agua a ese molino. Se dedicó a navegar con sobriedad, equilibrio, pero sin destacar ni llamar la atención. Habría podido mencionar sus papeletas diputadiles en algún momento (por ejemplo al preguntársele por su equipo de gobierno), o apelar para ello a la base cristiana conservadora que está aglutinando Fabricio Alvarado; pero no hizo ni lo uno ni lo otro. Penal botado.

10) Otto Guevara (ML): Enero nunca ha sido un mes benigno con el eterno aspirante libertario, quien en cinco campañas no ha tenido todavía un debate efectivo. En esta oportunidad lució más desganado y agobiado que nunca, como si llevara sobre los hombros un enorme saco de cemento. Lució un poco mejor cuando se abordó el tema fiscal, pero no tardó en caer en los clichés y emblemas de sus anteriores campañas. Si su objetivo era el de mantener vigencia y sostener al menos una curul legislativa para su agrupación, lo desteñido de su desempeño no da margen para pronosticarle siquiera ese limitado éxito.

11) Rodolfo Hernández (PRSC): el Doctorcito podrá ser un hombre probo y un médico de prestigio... pero como orador es terrible. Y eso afectó, por supuesto, su capacidad de lograr los objetivos presuntamente planteados: sobrepasar al PUSC, plantearse a sí mismo como una alternativa humanista a Castro y Álvarez y ofrecer una visión de estadista coherente y creíble ante un electorado escéptico. La lentitud verbal del Dr. Hernández lo hizo perder la concentración reiteradamente; se dedicó a atacar a Piza sin apenas referirse a Castro o Álvarez (en quienes debió haber puesto la mira) o intentar enamorar a los indecisos. Y por añadidura, recibió el doloroso pinchazo propinado por una astuta Stephanie Campos en su punto más débil: la consistencia. Volvió a lucir como el hombre dubitativo que abandonó de pronto una prometedora candidatura en 2013. Le va a costar mucho sobreponerse a semejante tropiezo y volverse creíble.

12) Juan Diego Castro (PIN): la falta de claridad en algún objetivo es posiblemente la forma más rápida de no lograr ninguno. Lejos del candidato locuaz e iracundo que a puro discurso capitalizó la crisis política del Cementazo, lució errático y casi temeroso, sin manejo de datos ni propuestas creíbles de fondo, como si estuviese improvisándolo todo sobre la marcha. Sólo dio muestras de despertarse ante el ataque de Álvarez, con quien parece tener una exasperante fijación; pero aunque su respuesta golpeó al rival, este devolvió el golpe y sacó ventaja. En contraste, la respuesta de Fabricio Alvarado pareció amansarlo repentinamente. Penal atajado.

13) Oscar López (PASE): Para cumplir algún objetivo, hay que tenerlo. Y después de lo visto la noche anterior, es claro que López carece de objetivos en esta campaña. Es consciente de que no tiene ninguna posibilidad de ser electo Presidente, y tampoco puede aspirar a diputado, y admite sin ambages que su partido es pequeñísimo (casi del tamaño del PIN antes de Castro). De modo que, a pesar de su espuela táctica, y a la sagacidad con la que hizo alianzas momentáneas con Sergio Mena y Fabricio Alvarado, no puede estimarse que López haya sacado ventaja alguna de esta aparición colectiva o que esté por cambiar el inexorable rumbo al sótano.

Aún faltan varios debates más en distintos medios; sin embargo, conociendo la tendencia de estos a "preseleccionar" en nombre del electorado a tres o cinco "favoritos" (favoritos suyos, claro está), varios candidatos han tenido ya su última opción de alterar el curso de esta historia. La palabra definitiva, sin embargo, la tiene únicamente cada votante.

Robert F. Beers

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Jan. 5, 2018

Hacia el 2018: el verdadero arranque

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