Apr. 29, 2018

Radiografía del Gabinete

Cuando el técnico de la Selección Nacional—llámese Bora, Guima, Pinto o el Machillo Ramírez—anuncia la lista de jugadores convocados, invariablemente hay una parte de la afición que la aprueba y otra que se muestra inconforme; pero, eso sí, ya existen elementos suficientes para que los analistas puedan conjeturar la idea de juego que se pretende implantar.

No ha sido diferente la tónica en cuanto al flamante Presidente Electo, Carlos Alvarado, un personaje a quien en enero casi nadie daba la menor posibilidad de sobrevivir siquiera a la primera ronda, pero que acabó por salir vencedor en la campaña de peor calidad que se recuerde en muchas décadas—y sobre la que FACTORES+ resolvió abstenerse de publicar comentarios adicionales para no exponerse al bullying organizado de ciertas “maras” cibernéticas—.

A semejanza de las listas del Machillo, la “convocatoria” anunciada por Alvarado en dos tractos (uno el pasado viernes y el otro la tarde de este) dejó una estela de pocas certezas y numerosas dudas. Sin embargo, es la señal más clara para deducir anticipadamente cuál es la “idea de juego” con la que pretende entrar el joven mandatario, pues para eso basta con observar el perfil de los nominados y su afinidad ideológica o programática con lo que se sabe hasta ahora del Presidente y su partido.

 Sobre ella, pueden sacarse cinco conclusiones preliminares:

 

I. La economía no es prioridad para el PAC

Siguiendo con la metáfora futbolística, la economía luce como la línea más débil del partido de Gobierno. De sus principales referentes en la materia, ni uno solo fue nombrado en un puesto atinente. Por ejemplo, a la Vicepresidenta Epsy Campbell—presunta líder del equipo económico oficialista hasta su desventurada cita televisada con Gerardo Corrales—se le otorgó como recargo… la Cancillería. Al exdiputado Henry Mora, ni siquiera lo nombran (desde la primaria del PAC es bien sabido el mutuo desprecio entre este y el hoy Presidente Electo). Y a Ottón Solís, lo colocan como el adorno más costoso del Gabinete: desde el BCIE no tendrá la mínima influencia, pero sí el mejor salario que jamás haya recibido. “Echámela en el sombrero”…

La responsabilidad por el rumbo económico del país la trasladaron a otras manos: las de Rodolfo Piza y su séquito. Obsérvese, por ejemplo, la presencia de Edna Camacho y André Garnier como piezas claves. Según comentamos en pasadas publicaciones, Piza ha sido históricamente asociado con el ala más neoliberal del PUSC, y se le considera cercano a las posiciones del extinto Movimiento Libertario. Es decir, el PAC entregó el control del sector económico a sus supuestos némesis ideológicos. Y curiosamente, lo pudo hacer con el beneplácito implícito de su “concubino escandaloso”, el Frente Amplio. Pregunta indiscreta: ¿será que para estas agrupaciones la economía no es una prioridad? ¿Será que tienen otras agendas más importantes por las cuales permanecer juntos? Habrá que observarlos…

Es posible, además, que en sus filas ya se considere irremediable una debacle en el mediano plazo, dado que el Presidente Alvarado recibe de su antecesor las peores finanzas públicas de los últimos tres decenios, amén de la incapacidad suya para lograr un acuerdo en cuanto al saneamiento fiscal, y el vulgar cinismo con el que se aprovecharon los “tiempos de bonanza” para hacer óleos de dinero entre amigotes (“Cementazo incluido”) casi hasta el último día de la Administración saliente. Tampoco se vislumbra la menor intención de recortar gastos en el sector público—algo que difícilmente permitiría el Segundo Vicepresidente electo, el sindicalista Marvin Rodríguez, quien se vislumbra como un poder “en las sombras”—. No sería de extrañar que en los cálculos del PAC figure la idea de responsabilizar al PUSC cuando finalmente se agudice el caos que, de continuarse por esta senda, luce inevitable.

II. Tampoco lo es la cohesión política

El nombramiento de Rodolfo Piza como Ministro de la Presidencia también llama la atención por otro motivo. Históricamente se considera a este Ministro como el enlace por excelencia entre el Presidente, el Consejo de Gobierno y la Asamblea Legislativa; y por ende, suele nombrarse para este cargo a la persona más cercana al Mandatario, más afín a su proyecto político y con mayor capacidad para el diálogo y la negociación. Por muy buen perfil profesional que tenga don Rodolfo, no pareciera reunir ninguna de las tres condiciones en cuanto a don Carlos o al PAC.

Naturalmente, esto conlleva una volatilidad sin precedentes en el centro neurálgico del Gabinete. Ante las evidentes diferencias de pensamiento e intereses entre el sector representado por el señor Piza y el que aparenta tener el Presidente, el potencial de desacuerdos entre ambos se amplifica enormemente; y si añadimos a la ecuación el peculiar temperamento demostrado por Piza frente a la presión, su paso por el Gobierno PAC podría resultar más breve de lo pensado, y terminar abruptamente con una repartición de Listerine o el grito de “¡no mienta!” En semejante circunstancia, cabría esperar que a Piza lo sigan de inmediato sus acólitos del sector económico, con lo que la crisis institucional podría profundizarse aún más.

Lo mismo cabe decir de la propuesta en materia de Seguridad. Ya el Ministro entrante ha anunciado el relevo en casi todos los puestos claves… lo que implícitamente le da la razón al clamor de la oposición en cuanto a la futilidad de las blandas políticas criminales aplicadas en el Gobierno saliente frente al asalto del crimen organizado, que nos dejaron con una cifra de homicidios sin precedentes desde la Guerra Civil de 1948.

En resumen, a la vista de semejante camerino, pareciera que el “juego de conjunto” tampoco fue una prioridad, o una consideración siquiera, a la hora de armar el cuadro. Por el contrario, se le otorgó la banda de capitán al jugador que más probablemente se ganaría una tempranera tarjeta roja.

Otra pregunta indiscreta: ¿será que el papel de Piza, como el de Ottón Solís, está destinado a ser decorativo, y que el plan de Alvarado sea conducir sus relaciones políticas por otros canales?

III. Ni mucho menos la ejecución de obras

Bastó con que se anunciara la continuidad de la actual jerarca del INCOFER, para abandonar la esperanza de soluciones eficaces al desempeño de nuestro frágil sistema ferroviario. Al contrario, pareciera que el servicio continuará disminuyendo calladamente, como ha sido la tónica de los últimos meses.

En cuanto al MOPT, el octogenario Rodolfo Méndez Mata traería un elevado prestigio personal y una experiencia sin parangón; pero dado que su primer paso por la cartera fue hace unos 40 años, y la última hace poco menos de 20, le será necesario un esfuerzo adicional para ajustarse a circunstancias muy distintas. Durante su más reciente periodo no se había adjudicado ninguna carretera en concesión, no se discutía siquiera el fideicomiso de obra pública y a nadie se le hubiera ocurrido en serio que el ICE se dedicara a otra cosa que a producir electricidad y administrar telecomunicaciones.

Pareciera que en el PAC tampoco se tiene muy claro el rumbo sobre el cual orientar la recuperación vial del país, y por ello decidió descargar la responsabilidad sobre los hombros de un político venerable, cuya capacidad para el cargo nunca ha sido discutida. No obstante, al igual que sucede con su tocayo y copartidario Piza, es probable que su permanencia en el cargo no sea lo bastante prolongada como para generar el impacto positivo necesario. Y no es para menos: la infraestructura es un sector tan vital para la economía nacional como para la percepción de calidad de vida. En consecuencia, no cabe sino desearle a don Rodolfo muchos—y rápidos—éxitos.

IV. Ni los principios sobre los que se fundó el propio partido

Uno de los rasgos más notables en el Gabinete anunciado hasta ahora por el Presidente Electo—el cual, dicho sea de paso, no da muestras de que vaya a estar completo para el 8 de mayo—es la ausencia de figuras representativas de la generación de fundadores del PAC o del pensamiento político que le dio origen. Exceptuando el caso ya explicado de Ottón Solís, prácticamente hay sólo un par de nominaciones que se ajusten a este perfil: la del agricultor y empresario Rojis Bermúdez para el CNP, y la de Renato Alvarado en el Ministerio de Agricultura y Ganadería—aunque este último no fuese miembro del PAC en la campaña del 2001-2002. Otros nombramientos parecieran obedecer a un afán de aprovechar los “tiempos de bonanza política” para subirles el perfil a personajes más afines a la mentalidad denominada “progresista”: casos como el de Marcela Guerrero en el IFAM, o el de Juan Carlos Mendoza como Ministro de Comunicación—en lo que más pareciera un intento de recuperarle exposición mediática para posibilitarle una segunda campaña presidencial, que un tema de idoneidad para el cargo, dado que la credibilidad nunca ha sido su fortaleza—.

La explicación de este caos es sencilla: la “falla geológica” que partía al PAC desde hace varios periodos provocó finalmente el esperado terremoto. Derrotada la precandidatura de Welmer Ramos en la convención interna de 2017, y capturado por consiguiente el partido por la corriente más neoizquierdista, el sector fundador—que, como analizamos a menudo en publicaciones pasadas, era significativamente más conservador en lo social y mucho más riguroso en cuestiones de principios—quedó completamente marginado. Al cabo, un abultado número de sus miembros terminó por sumarse públicamente a las filas de Fabricio Alvarado y Restauración Nacional, forzando al propio Ottón Solís a aceptar que el PAC había cambiado más allá de lo tolerable para muchos de ellos, y provocando desde luego la ira y el rencor eternos de los sectores “progresistas” (es bien sabido que a estos últimos nada los disgusta tanto como que alguien tenga la osadía de contradecirlos).

Así las cosas, y volviendo a la metáfora del fútbol, el equipo del “oficialismo” pareciera haber cambiado de dirigencia, visión, estilo y valores, al punto de no conservar de su pasado más que el uniforme y la divisa.

V. Lo que sí es de máxima prioridad

Ya nos han quedado claros los aspectos a los que el Presidente, a través de los nombramientos anunciados, nos ha dado a entender que tienen poca relevancia para su proyecto político personal. Pero nos hace falta un elemento crucial: lo que sí es de capital importancia para él, es decir, el objetivo central.

De nuevo, la clave está en el perfil de los anunciados. Dondequiera que estén las personalidades más radicales de un gabinete, ahí estarán los puntos de su agenda en los que menos dispuestos estarán a ceder, es decir, los que representan el corazón de su plan. Y aquí es donde la cosa se pone interesante. 

Pensemos en Epsy Campbell para la Cancillería. Si revisamos la trayectoria de la flamante Ministra de Relaciones Exteriores y Culto, no encontraremos en ella nada que nos indique un interés suyo en esta área, exceptuando la afición a viajar con frecuencia. No le conocemos ninguna experiencia diplomática, ni tampoco nexo alguno con entidades de tipo religioso. Lo que sí es muy conocido, en cambio, es el hecho de ser una de las primeras en promover, en las filas del PAC, la agenda gay-abortista-laicista que se ha dado en motejar colectivamente como “políticas identitarias” o, en nuestro medio, como “ideología de género”. Dado que el disparo inicial de las “guerras culturales” en Costa Rica fue propinado por el Gobierno saliente a través de una instancia internacional—esfera que por supuesto recae en las funciones de la Cancillería—, el nombramiento de Campbell como titular de esta cartera cobra de repente un sentido mucho más poderoso que el de una simple cuota de visibilidad política.

 

Caso similar el del Ministro de Educación, Edgar Mora. Su alabada formación académica no incluye absolutamente nada relacionado con la enseñanza o la administración educativa—lo que no es poca cosa si se considera que los 178 mil funcionarios del MEP constituyen la mayor planilla de todo el Estado, y aglomeran a los sindicatos más numerosos del país—. Tampoco su experiencia en la función pública (en esencia, como Alcalde de Curridabat por un partido comunal) nos haría suponer la idoneidad para el cargo. ¿A qué se debe, entonces, el nombramiento? ¿Será, como podrían suponer algunos, la persona clave para completar la obra iniciada desde los tiempos de Leonardo Garnier, y convertir la “ideología de género” en la ideología oficial del sistema educativo público? ¿Le estarán apostando, incluso, a una futura candidatura presidencial bajo la desdibujada bandera del PAC? Dado el contexto en que se desarrollaron las pasadas elecciones, es difícil imaginar otra explicación.

 

Menos aún si se agrega el “detalle” de que su primer actuación fue solicitar que los dos Exministros que pasaran a ocupar escaños en el CONESUP fuesen “casualmente” el propio Garnier y la saliente Sonia Marta Mora… los dos promotores más obsesivos de las infames “guías sexuales” que tantas denuncias y malestares han originado, y quienes han hecho todo tipo de mofa sobre las inquietudes de padres de familia, educadores y líderes comunales, sociales y religiosos. En este caso, la “idea de juego” de Carlos Alvarado está completamente clara: con tal de mantener y profundizar esta ideología, poco importa cómo ande la economía, la infraestructura, la lucha contra la pobreza, el déficit fiscal…

 

Y ni hablar de Patricia Mora en el INAMU. Nadie puede llamarse a engaño y pensar que la exdiputada del Frente Amplio vaya al INAMU a otra cosa que a promover con toda saña e intransigencia la legalización del aborto (perdón, “la interrupción del embarazo” para que no se ofenda la señora). Y nadie, tampoco, puede ser tan iluso de suponer que Carlos Alvarado tenía alguna otra intención al nombrarla en ese cargo. La agenda de Patricia Mora es inequívocamente la agenda de Carlos Alvarado. La igualdad salarial, el seguimiento a las denuncias de violencia o la prevención de los femicidios no van a ser prioridad; lo que interesa es meter el aborto, opóngase quien se oponga.

 

Conclusión

 

A pesar de la obvia urgencia que exige el interés general, es casi inevitable pronosticar que el próximo equipo de Gobierno saltará a la cancha sin estar completo. Pero también es posible afirmar, a base de la simple observación, que el corazón de su agenda no estará en combatir el déficit fiscal, salvaguardar la estabilidad económica, combatir la pobreza, sofocar la crisis de seguridad ciudadana, o resolver el rezago en infraestructura, sino en promover a ultranza las “políticas identitarias” para satisfacción de sí mismo y de una minúscula élite de autoproclamados “intelectuales”.

 

En otras oportunidades hemos comentado que este tipo de políticas tiende a romper el principio de igualdad ante la ley y, por consiguiente, a debilitar la estructura misma de la República como sistema de gobierno; de manera que podemos interpretar fácilmente que la agenda de la Administración Alvarado se orientaría precisamente a desgastar poco a poco la credibilidad y la solidez de nuestras instituciones republicanas—continuando, ahí sí, con la perniciosa tarea iniciada por Luis Guillermo Solís—.

 

Ante este panorama, es difícil ser optimista. Sin embargo, el patriotismo debe conducirnos inexorablemente a desear lo mejor… aunque bien podría suceder que lo mejor para la supervivencia de la República y de nuestra identidad costarricense sea que esta nueva Administración fracase rotundamente en ese tipo de objetivos, y se dedique mejor a restablecer el imperio de la ley y a salvaguardar el interés general.