Apr. 2, 2022

Tapese la nariz y salga a votar

En vísperas de que se sepa—por fin—la identidad del próximo ocupante de la Casa Presidencial, ya es un alivio que termine la campaña más inmunda de la que se tiene memoria en décadas (un desmentido, por cierto, para los que creíamos que lo de 2018 era difícil de superar).

Muchos están asqueados, y otros sufren sólo de cierto “asco selectivo”, implacables con un candidato y peculiarmente indulgentes con el otro, sin importar la magnitud, el sustento o la cantidad de cuestionamientos. También parece haberse desatado una “pandemia” de pérdida de memoria, y una cantidad tremenda de brotes de cinismo, verborrea, justificaciones ridículas y memes insufribles.

La realidad es que toda la alineación que figuraba en la tarima del triunfo de Carlos Alvarado en 2018 (Alberto Salom, Edgar Mora, María Luisa Ávila, Leonardo Garnier, La Nación, Telenoticias, CR Hoy y demás) parece preparada para subirse también a la de José María Figueres: algo que sería imposible a menos que tengan plena garantía de que su agenda “progre” seguirá intacta y fuerte. Y esa garantía, como en tiempos de Luis Guillermo Solís, se encuentra en la mismísima candidatura a la Vicepresidencia de la República.

El único que pareciera no haberse enterado, es Fabricio Alvarado: en su última intervención pública se mostró molesto porque la campaña de Rodrigo Chaves no le “pedía permiso” para atraer dirigentes de base, pero en cambio no hizo siquiera la menor mención del “clan progre” que, muerto el PAC, se reagrupó alrededor de Figueres. ¿Pretendería este silencio favorecer a los enemigos declarados del pensamiento y los valores que abraza su partido?

En la otra acera, el opositor Rodrigo Chaves ha recibido una lluvia de fuego y azufre comparable a la que desde hace un más de mes reciben Kiev y Mariupol por cortesía de Vladimir Putin. Al verse Figueres incapaz de levantar una imagen tremendamente negativa, pareciera haber optado por bajar la de Chaves con toda clase de acusaciones, apelaciones soeces al miedo, y golpes arriba y abajo del “cinturón” (para usar una metáfora del boxeo). No le ha faltado energía para devolver los golpes y atestar algunos otros, especialmente en los debates; pero pareciera que algunas figuras de su campaña optaron por bajar el perfil y “dejarlo solo” en la recta final.

Lo cierto es que ambos han tendido—por necesidad, por morbo o por desquite—a cruzar algunas líneas que no debieron nunca ser cruzadas en una campaña política.

Y a los ciudadanos que queremos actuar con responsabilidad hacia nuestro país, nos toca sólo un paso más: atravesar toda esta maraña de basura, y tomar una decisión patriótica. Necesitamos pasar esta página cuanto antes, no repetirla esperando resultados diferentes. Es evidente que, aun suponiendo lo peor de ambos candidatos, siempre habría uno un poco mejor que el otro, o al menos que nos permita el beneficio de la duda. De modo que, si el “aroma” de esta campaña nos resulta insoportable, sólo resta un consejo que dar:

Tápese la nariz, ¡y salga a votar!

 

Robert F. Beers