Feb. 19, 2021

Despegue tempranero

En las carreras automovilísticas, los pilotos que logran los mejores tiempos en las pruebas, obtienen la ventaja de salir de primeros. Si la norma se aplicara a la “carrera” electoral, y a juzgar por los resultados unánimes de tres mediciones de opinión realizadas por diferentes firmas, los “pilotos” que arrancan en punta serían Fabricio Alvarado de Nueva República y José María Figueres Olsen de Liberación Nacional, en ese orden.

Por supuesto, la imagen que tenemos es precisamente la de la “línea de arranque”, y a falta de casi un año para las elecciones, no se podría predecir que la carrera vaya a terminar de esta misma forma. De camino puede haber rebases, ponchaduras, accidentes o errores, sin hablar de las tácticas (limpias o no) de otros competidores. Pero ya pueden sacarse conclusiones muy relevantes.

La primera es que, a simple vista, el resto de los casi 30 precandidatos lucen bastante rezagados, si es que del todo “mueven la aguja”. Algunos ni a eso llegan. Es notable, por ejemplo, que ni la “escudería” del PAC ni la del PUSC aparezcan siquiera con un conductor capaz de generar la mínima tracción. Por el contrario, los siguientes más mencionados son otros participantes de la eliminatoria interna del PLN, a excepción del diputado comunista José María Villalta.

La segunda es que la figura de Fabricio Alvarado resultó mucho más resiliente de lo que especulaban muchos observadores. Si bien su victoria en la primera ronda de 2018 pareció gestarse en las últimas tres semanas de la campaña—y debió sorprender a casi todo el mundo, incluyéndolo a él mismo—, no faltaron quienes la atribuyeron a un fenómeno pasajero, y anunciaron una y otra vez que el candidato y su movimiento se disiparían con la misma rapidez. Los datos sugieren lo contrario: una vigencia personal más prolongada, y (un aspecto que podría ser crucial) un nivel de rechazo muy inferior al de su principal oponente, lo que podría significar un mayor potencial de crecimiento. Considerando la manera atroz en que lo han bombardeado y ridiculizado día y noche durante años las baterías del PAC (gratuitas o asalariadas), no deja de ser asombroso que aún se mantenga a flote, e incluso que en cambio hayan naufragado tan patéticamente “los más preparados”.

En ese mismo plano surge la tercera conclusión: el “picadillo” de aspirantes que hay dentro de Liberación Nacional pareciera ser una mera distracción, y no beneficia más que al propio José María Figueres. La convención interna de 2017 dejó en evidencia que el Expresidente tiene una cantidad descomunal de anticuerpos, y por consiguiente, puede ser fácilmente vencido por una corriente opuesta, incluso dentro de su propio partido. Lección aprendida: “divide y vencerás”. Es obvio que once aspirantes dentro del PLN diluirían el voto y facilitarían que Figueres Olsen gane una convención con relativamente pocos adeptos. Su problema estaría en la elección nacional, pues su controversial pasado, su constante coqueteo con el ala “progre”, su solapado elitismo enmascarado en poca seriedad, y el altísimo nivel de rechazo que genera su figura, le podrían poner las cosas cuesta arriba en el largo trayecto.

La cuarta conclusión: la ciudadanía aún no logra hacerse escuchar por los partidos políticos en cuanto a generar y ofrecer liderazgos genuinos. Lo que suena, de momento, son los "nombres conocidos" y nada más. De hecho los dos candidatos más mencionados en los tres sondeos son un Expresidente que ya buscó la reelección hace unos años, y el candidato que ganó (sorpresivamente) la primera ronda del último proceso; y detrás de ellos aparecen otros tres excandidatos presidenciales recientes. Y en todo caso, casi todos son rechazados abrumadoramente por la ciudadanía, en proporción de 80-20. ¿Queda espacio para algún "outsider", o una figura menos trillada, al estilo de Rodrigo Chaves, Mario Redondo o Federico Malavassi?

En el caso del PLN, llama la atención que las caras que “puntúan” son en esencia las mismas que se vienen reciclando desde finales de la década de 1980 (Figueres Olsen, Álvarez Desanti, Rolando Araya). Personajes como Carlos Ricardo Benavides o el recién ingresado Roberto Thompson apenas sí son percibidos, y de los “insurgentes” sólo Claudio Alpízar tiene algún grado de reconocimiento—aún no traducido en intención de voto—. El caso del PUSC es aún más patológico, pues en esencia es un partido que no parece tener cara para pedir votos. De momento no logra posicionar a nadie en el "ranking". Y del PAC, ni hablar: en lo único que parece haber un consenso nacional es en que el oficialismo debe ser desterrado del poder. Más a la izquierda, el Frente Amplio parece depender cada vez más de la imagen de su único diputado y excandidato presidencial, al que se va a hacer difícil negar tantos años de alianza—explícita o tácita—con el PAC.

Esto nos lleva a observar, en última instancia, que José María Figueres y Fabricio Alvarado no sólo representan corrientes políticas e ideológicas divergentes, sino a dos generaciones diferentes. El primero, a más de ser Expresidente, viene como heredero de una rancia dinastía política, y en el fondo ofrece cierta continuidad respecto del PAC: lo recordamos proclamando entre lágrimas su voto por Carlos Alvarado, y antes asegurando que “quería un PLN más de izquierda”, como recordamos también a su hermano Mariano haciendo “sombra” a Luis Guillermo Solís, a su hermana Christiana figurando en la política exterior, a su sobrina Dyalá Jiménez Figueres en el Gabinete, y más. El segundo, por el contrario, nació y se formó en otros tiempos y circunstancias, sin vínculos con la “nobleza” política de antaño, y con un apoyo que, aunque no provenga quizás de sus características personales, refleja en alguna medida la irritación de un sector de la ciudadanía con las políticas provocadoras que se vienen impulsando desde las élites a las que pertenece su rival, y que han alcanzado su pináculo durante el actual periodo.

Por supuesto, hay que recalcar una vez más que sólo se trata de una fotografía de la “línea de salida”. No tenemos aún el panorama completo de quiénes se acomodarán en ella detrás de los aparentes punteros, ni sabemos cuán capaces serán ellos (y sus equipos) de afrontar los rigores de una competencia larga y extenuante. Pero lo más importante es que ellos (y nosotros) tengamos siempre presente que la carrera no se gana en la primera vuelta… sino en la última.

Robert F. Beers

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