Jan. 9, 2018

Primer debate: ¿quiénes lo aprovecharon mejor?

Un debate político (si es que tal nombre merece el torneo relámpago transmitido por Canal 13 el domingo y el lunes anteriores) no puede analizarse como una pelea de boxeo, donde un determinado pugilista puede adjudicarse rounds y puntuar en las tarjetas sin intervención de factores externos. ¿Por qué motivo? Porque los debates, claro está, ocurren en el contexto de una campaña política. Y las campañas no son peleas de boxeo con orden y reglas, sino más bien comparables a la premisa de la novela / película Los Juegos del Hambre: todos contra todos, y gana el último que quede vivo.

Bajo esta óptica, hay una gran variedad de situaciones, objetivos, estrategias y alianzas fugaces, cuyo éxito o fracaso determina quién obtiene el mejor provecho político (es decir, quién maximiza sus posibilidades de quedar vivo al final). Lo que interesa, pues, no es quién "ganó" o "perdió" este round (algo en lo que puede haber grandes diferencias de criterio, a menudo interesadas), sino quién utilizó mejor el momento para lograr su objetivo.

Con esta premisa en mente, examinaremos el desempeño de los 13 aspirantes a la Presidencia:

1) Sergio Mena (PNG): Su objetivo es "estar ahí", darse a conocer como líder de una fuerza política, y posicionarse en busca de un escaño en la Asamblea Legislativa donde levantar tribuna a futuro. Lo logró con creces. En su participación lució agitado e inquieto, pero consiguió ponerse (como hace 4 años) en boca de muchos. Veremos si esta vez le alcanza para la ansiada curul.

2) Fabricio Alvarado (PRN): Logró desmarcarse del encasillamiento sectorial y desarrollar temas sustanciales. Busca convertirse en un catalizador del electorado "de valores" que dejó de sentirse representado por el PAC debido al giro de éste hacia las políticas identitarias; y parece estarlo logrando, al aparecer por delante del oficialismo en varias encuestas. Su presentación en el debate fue sobria, equilibrada y con buen manejo de la imagen personal, y logró generar menciones positivas incluso entre sus oponentes. Abrió la posibilidad de crecer aún más y generar caudal propio, en especial por flaquear otros competidores que buscan el mismo perfil de votante.

3) Carlos Alvarado (PAC): Su objetivo es posiblemente el más difícil de conseguir, pues espera revertir la fuga de electores, reivindicar al Gobierno actual y recuperar el apoyo masivo del mismo electorado al que ahuyentaron los escándalos de corrupción, las políticas identitarias y la actitud arrogante y totalitaria de algunos elementos del mismo PAC. No obstante, dio un paso importante al demostrar conocimiento y datos precisos en varios temas. El problema que enfrenta es que su apelación es completamente racional, excesivamente blanda y poco capaz de generar entusiasmo o emoción alguna (como lo lograba Ottón Solís) que revierta los enormes obstáculos que enfrenta.

4) Antonio Álvarez (PLN): Al igual que Carlos Alvarado, su apelación al electorado intenta enfocarse en lo racional, pues arrastra problemas crónicos de empatía desde hace décadas. Su objetivo más urgente era debilitar a Juan Diego Castro y presentarse al mismo tiempo como un candidato creíble. Y aunque en la presentación de Canal 13 no logró salirse de su imagen rígida y acartonada, terminó por aprovechar la coyuntura que se le dio: provocó a Castro y este respondió con su esperada agresividad, pero Álvarez supo contraatacarlo y salió favorecido del intercambio. Perdió credibilidad, empero, al declararse como un candidato "pro vida" y contrario a la "ideología de género", cuando son bien sabidas sus posiciones del pasado reciente. Aún está por verse si esa mezcla de aciertos y errores le permite asegurar plaza en una eventual segunda ronda.

5) Stephanie Campos (PRC): En comparación con otros candidatos, los objetivos de Campos son bastante limitados: elevar su perfil ante el electorado y posicionarse para la ardua pelea por una curul en Heredia. Sin embargo, y a similitud de Sergio Mena, le dio a su blanco. Lució suelta y aplomada en las respuestas, sin entrar en el detalle técnico de un Carlos Alvarado ni ser tan directa como Fabricio del mismo apellido; y por añadidura, agregó un movimiento sagaz al poner en evidencia las contradicciones del Dr. Hernández en temas sensibles, espina especialmente dolorosa para un aspirante que se ha querido vender como un candidato "de la familia".

6) Jhon Vega (PT): La ventaja de tener objetivos mínimos es que se alcanzan sin dificultad. Al ser un candidato meramente "testimonial", su plan de juego era el más sencillo de todos: ser un francotirador, y repartir a diestra y siniestra. Y en eso tuvo éxito: todos los presentes y algunos ausentes se llevaron algún golpe de su parte. Su pensamiento político está fosilizado en 1917, pero al menos tiene la virtud de la coherencia interna.

7) Edgardo Araya (FA): En el gran panorama de la campaña, es evidente que el FA no tiene ni de lejos el oxígeno y la energía de 2014, de modo que la misión del candidato es tratar de sostener algo de lo obtenido entonces, y posicionarse como la alternativa "pensante" al fracaso político del PAC en gobierno. Si los debates eran una vitrina para lograrlo, tuvo sólo un éxito a medias. Lo afecta su poco manejo de la escena, su excesivo enfoque en atacar conjuntamente a Castro y Álvarez, su tibieza en la crítica al Gobierno, y sobre todo el aire de "resentimiento social" con el que es fácil desechar su discurso. A estas alturas, redefinir sus metas para retener alguna diputación es imperativo para su partido.

8) Rodolfo Piza (PUSC): Aunque en la superficie sus intervenciones fueron las más dominantes del segundo segmento, está claro que el enfrentamiento no ayudó a Piza en el panorama general. Necesitaba proyectarse como estadista, pero le faltó la profundidad temática que intentó tener Carlos Alvarado. Necesitaba calidez para conectar con el electorado, en especial el más joven; pero a pesar de su estilo vehemente no tuvo la audacia de Sergio Mena ni la franqueza de Fabricio Alvarado. Y sobre todo, necesitaba desmarcarse de un rival directo, el Dr. Hernández, para posicionarse como la alternativa "sensata" al "circo" de Juan Diego Castro y Álvarez Desanti; pero no consiguió dejar sentada tan claramente esa diferencia, y como resultado ambos se siguen anulando mutuamente. A pesar de que retóricamente fue superior, le faltó sabor y sustancia. Se fue en condimento...

9) Mario Redondo (ADC): El más realista de sus planes consiste llanamente en aumentar su representación legislativa. Nada irrealizable. Sin embargo, no aprovechó el debate para llevar agua a ese molino. Se dedicó a navegar con sobriedad, equilibrio, pero sin destacar ni llamar la atención. Habría podido mencionar sus papeletas diputadiles en algún momento (por ejemplo al preguntársele por su equipo de gobierno), o apelar para ello a la base cristiana conservadora que está aglutinando Fabricio Alvarado; pero no hizo ni lo uno ni lo otro. Penal botado.

10) Otto Guevara (ML): Enero nunca ha sido un mes benigno con el eterno aspirante libertario, quien en cinco campañas no ha tenido todavía un debate efectivo. En esta oportunidad lució más desganado y agobiado que nunca, como si llevara sobre los hombros un enorme saco de cemento. Lució un poco mejor cuando se abordó el tema fiscal, pero no tardó en caer en los clichés y emblemas de sus anteriores campañas. Si su objetivo era el de mantener vigencia y sostener al menos una curul legislativa para su agrupación, lo desteñido de su desempeño no da margen para pronosticarle siquiera ese limitado éxito.

11) Rodolfo Hernández (PRSC): el Doctorcito podrá ser un hombre probo y un médico de prestigio... pero como orador es terrible. Y eso afectó, por supuesto, su capacidad de lograr los objetivos presuntamente planteados: sobrepasar al PUSC, plantearse a sí mismo como una alternativa humanista a Castro y Álvarez y ofrecer una visión de estadista coherente y creíble ante un electorado escéptico. La lentitud verbal del Dr. Hernández lo hizo perder la concentración reiteradamente; se dedicó a atacar a Piza sin apenas referirse a Castro o Álvarez (en quienes debió haber puesto la mira) o intentar enamorar a los indecisos. Y por añadidura, recibió el doloroso pinchazo propinado por una astuta Stephanie Campos en su punto más débil: la consistencia. Volvió a lucir como el hombre dubitativo que abandonó de pronto una prometedora candidatura en 2013. Le va a costar mucho sobreponerse a semejante tropiezo y volverse creíble.

12) Juan Diego Castro (PIN): la falta de claridad en algún objetivo es posiblemente la forma más rápida de no lograr ninguno. Lejos del candidato locuaz e iracundo que a puro discurso capitalizó la crisis política del Cementazo, lució errático y casi temeroso, sin manejo de datos ni propuestas creíbles de fondo, como si estuviese improvisándolo todo sobre la marcha. Sólo dio muestras de despertarse ante el ataque de Álvarez, con quien parece tener una exasperante fijación; pero aunque su respuesta golpeó al rival, este devolvió el golpe y sacó ventaja. En contraste, la respuesta de Fabricio Alvarado pareció amansarlo repentinamente. Penal atajado.

13) Oscar López (PASE): Para cumplir algún objetivo, hay que tenerlo. Y después de lo visto la noche anterior, es claro que López carece de objetivos en esta campaña. Es consciente de que no tiene ninguna posibilidad de ser electo Presidente, y tampoco puede aspirar a diputado, y admite sin ambages que su partido es pequeñísimo (casi del tamaño del PIN antes de Castro). De modo que, a pesar de su espuela táctica, y a la sagacidad con la que hizo alianzas momentáneas con Sergio Mena y Fabricio Alvarado, no puede estimarse que López haya sacado ventaja alguna de esta aparición colectiva o que esté por cambiar el inexorable rumbo al sótano.

Aún faltan varios debates más en distintos medios; sin embargo, conociendo la tendencia de estos a "preseleccionar" en nombre del electorado a tres o cinco "favoritos" (favoritos suyos, claro está), varios candidatos han tenido ya su última opción de alterar el curso de esta historia. La palabra definitiva, sin embargo, la tiene únicamente cada votante.

Robert F. Beers

Síganos en Facebook: Factores+