Apr. 25, 2016

Chernobyl: el fantasma que recorrió Europa

Los trabajadores del turno matutino en la planta nuclear de Forsmark, en Suecia, se llevaron una mayúscula sorpresa el 28 de abril de 1986. Una revisión de rutina detectó partículas radiactivas en sus ropas. ¡Debía haber una fuga!

De inmediato se puso en marcha una serie de procedimientos de emergencia… que permitieron a las autoridades suecas determinar antes del mediodía que no había ninguna fuga en los reactores de Forsmark. ¿De dónde, entonces, provenían esas partículas?

Más tarde se supo que el mismo incremento de radioactividad se había observado en Finlandia horas antes; sin embargo, la publicación del hallazgo y la reacción oficial se retrasaron debido a una huelga.

Reportes similares comenzaron a llegar de otros países de Europa Occidental… y cuando las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar, las miradas iracundas de la opinión pública mundial convergieron en un solo sitio: la Unión Soviética. La presión internacional exigiendo cuentas se volvió asfixiante.

Y al fin, en medio de la rabia y la vergüenza, a las 9 de la noche del 28 de abril, el Kremlin se vio obligado a admitir tímidamente lo sucedido: el reactor número 4 de la planta nuclear de Chernobyl, situada en las afueras de la ciudad de Pripyat—cerca de la frontera entre Ucrania y Bielorrusia, entonces miembros de la URSS, y a más de mil kilómetros de Forsmark—había sufrido una explosión catastrófica en la madrugada del 26 de abril, como resultado de la falla de un experimento. Desde este sitio flotaba hacia Europa y el mundo entero una nube tóxica, 400 veces más radiactiva que la bomba de Hiroshima. La exposición directa a la radiación letal costó la vida a 31 personas, entre bomberos y operarios de la planta, algunos de los cuales emprendieron misiones heroicamente suicidas para impedir que el fuego se extendiese a los demás reactores. Pero la historia apenas iniciaba.

El encubrimiento de las autoridades soviéticas no se limitó al exterior. A los habitantes de Pripyat (la ciudad afectada) nadie les comunicó una palabra hasta que empezaron a enfermarse en masa apenas unas horas después. Tampoco al gobierno ucraniano, pues la planta dependía directamente de Moscú. No se ordenó la evacuación de Pripyat sino hasta las 2 de la tarde del 27 de abril; los habitantes abandonaron la ciudad sin llevar consigo mucho equipaje y dejando atrás casi todos sus efectos personales, convencidos de que pasarían tres o cuatro días antes de volver a casa. Jamás se les permitió regresar; Pripyat es hoy una ciudad fantasma.

Pudo haber corrido la misma suerte la propia urbe de Kiev, la capital ucraniana. Su principal fuente de agua potable era la reserva del río Dnieper, alimentada en parte por el río Pripyat… a orillas del cual se encontraba la central accidentada. A pesar de las tranquilizadoras manifestaciones de las autoridades, fue cuestión de 2 meses para que los acueductos fuesen alterados para tomar agua del río Desna en vez del Dnieper.

La actual Bielorrusia resultó ser el país más afectado, recibiendo contaminación nuclear en el 21,4% de su territorio. En Ucrania quedó contaminado cerca del 7% del territorio; y otros países afectados incluyeron a Rusia, Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Austria, Suiza, Bulgaria, Grecia, Italia, Moldavia y Eslovenia. Según diversos estudios, de toda Europa solamente se salvó la Península Ibérica.

El impacto del suceso de Chernobyl a corto y largo plazo fue inmenso. A nivel sociopolítico, demostró el fracaso del tradicional hermetismo soviético frente a una catástrofe de dimensiones globales, minó seriamente la escasa confianza de la ciudadanía en las instituciones oficiales de la URSS y obligó al Kremlin a tomar una actitud más abierta—lo que finalmente conduciría al glasnost o reforma interna, que a su vez daría al traste con el sistema totalitario en menos de 5 años. En el plano económico, resultó un golpe severo al desarrollo de Ucrania y Bielorrusia, rehenes de una infraestructura arcaica e insegura, y apabullados por una crisis demográfica que, iniciada desde entonces, no parece tener solución. A nivel ambiental, representó la realización de las peores pesadillas de los conservacionistas: destrucción masiva de flora y fauna, contaminación de aguas, glaciares y subsuelo, y un desastre nuclear de magnitud 7 (la máxima en la escala de la Comisión Internacional para la Energía Atómica), solo equiparada a la catástrofe de Fukushima en Japón, como consecuencia del terremoto y tsunami del año 2011. Pero las consecuencias finales de Chernobyl aún se discuten y se intentan predecir… pues en realidad alcanzarán a generaciones que no han nacido todavía.

Pripyat sigue abandonada, y lo seguirá sin que pueda saberse hasta cuándo. Allá a la distancia, por encima de la silueta de los edificios abandonados, continúa yaciendo el reactor número 4, dentro de un masivo “sarcófago” construido por medio millón de hombres para impedir una nueva expulsión de material radiactivo. El mayor monumento a la contaminación, irresponsabilidad y corrupción humanas.

Robert F. Beers